sábado, 26 de enero de 2013

LOS PAJAROS.

 

Detrás de esta fachada  disfruté  de una  de las emociones  más intensas   de mi vida como espectador.  En el  cine Los Ángeles, de la calle  Juan Delgado, en el barrio Santos Suárez, pasaban   la película Los pájaros, de Alfred Hitchcock, que en Cuba se estrenó  en 1974. Recientemente volví  a ver esta cinta  pero no pude recuperar  el deslumbramiento de la primera  vez.  Y aunque Los pájaros  no ha perdido  méritos  ante mis ojos,  la emoción ha sido distinta.  Tampoco  la sala Los Ángeles  es la misma de mi adolescencia.  Según me dijeron unos vecinos,  el cine cerró hace años porque unos murciélagos anidaban en su techo (¿homenaje a Hitchcock?) . Nunca más ha proyectado  películas.

domingo, 6 de enero de 2013

LOS REYES MAGOS VENIAN EN LA LIBRETA DE ABASTECIMIENTO.


Muy pocas veces busqué debajo de la cama los juguetes de Melchor, Gaspar y Baltasar los dias seis de enero. Los descubría recién llegaban de la ferretería que estaba en la Calzada de Concha, en Luyanó. Recuerdo algunos de los juguetes que disfruté mediante el sistema diseñado en Cuba en la década de 1960 para que los niños recibieran regalos en su día mágico del año: uno básico, otro adicional y un tercero dirigido.

A un lector no familiarizado con la historia de los avatares cotidianos de esta Isla puede resultarle incomprensible la frase “uno básico, otro adicional...”. En pocas palabras: los padres podían adquirir en las tiendas estatales tres juguetes para cada hijo. El juguete básico era de mayor precio y podía ser una bicicleta, una muñeca, unos patines o un juego de carpintero. Los otros eran de precios inferiores.

Para algunas personas el sistema establecido era agónico. Llegó a incluir turnos por teléfono en el acceso a los comercios. Para otras, la distribución de los juguetes del Día de Reyes por la cartilla de racionamiento establecía una igualdad por decreto mucho más equitativa que tiendas repletas de juguetes y bolsillos vacíos. (1)

Ahora invitar a Melchor, Gaspar y Baltasar a que dejen su regalo debajo de la cama o en un sitio especial de la casa es una decisión condicionada por la economía familiar. Y hacerlo con ostentación en las condiciones actuales de la sociedad cubana puede herir la sensibilidad infantil. Sucede que hay familias que conviven con holgados Reyes Magos. Muchas no.

La manera en que este tema se asume no solo tiene que ver con las posibilidades materiales, sino con la ética y la inteligencia de los padres.

En aquella época de los “juguetes por la libreta” surgieron insatisfacciones, tribulaciones y frustración porque muchas veces el juguete que anhelábamos no era el que nos tocaba .Pero el mundo de los adultos, como el de los niños, no es perfecto. El juguete básico y los adicionales fueron en su momento expresión de principios solidarios y de igualdad social. Esos artículos normados y observados con incertidumbre detrás de los cristales de las vidrieras formaron parte de los sueños y las alegrías de millones de niños cubanos.

(1) Ver Encuesta sobre el Nivel de Vida del Trabajador Agrícola Cubano realizada por la Agrupación Católica Universitaria. Artículo Estructura y miseria del campo cubano (1958)publicado en la revista Carteles, La Habana, 16 de marzo de 1958, pp 38-40, 113-114.
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miércoles, 2 de enero de 2013

ANTIGUOS ASCENSORES EN LA HABANA


Un edificio de la calle Colón entre Prado y Consulado conserva el esqueleto integro de su viejo ascensor en forma de jaula, de los que hubo muy pocos en La Habana. Desaparecieron muchos de los inquilinos contemporáneos de estas armazones pero sus hierros, que un día fueron símbolo de comodidad y modernismo, se niegan a convertirse en chatarra.

viernes, 21 de diciembre de 2012

ALICIA ALONSO, REINA DEL TIEMPO.

Por: Lázaro Sarmiento

Bajo la mirada cómplice de los satélites, llevando coreografías románticas y posmodernas de una ciudad a otra del planeta, mimada por la devoción  de su público,  Alicia Alonso ha logrado el sueño secreto de la mayoría de los terrícolas: detener el tiempo.


Al final de la década del setenta, en el Gran Teatro  de La Habana, la vi bailar por primera vez. Aplaudí su adagio del  Lago de los Cisnes con el deslumbramiento de quien asiste a la revelación de un misterio, a la escenificación de una leyenda.

Ella había convertido unos pocos minutos en el escenario en un poderoso símbolo artístico. Luego de la función le expresó a un periodista: “En cualquier oficio hay que buscar la perfección... Créame, no hay incógnitas en mi baile, solo trabajo, constante, infinito, sin retención”.

Las personas que la ovacionamos aquella noche sabíamos que la perfección de sus doncellas-cisnes, de su ingrávida Giselle, de la electrizante Carmen, constituye un enigma que muy pocas bailarinas logran descifrar jamás.

Y cuando parecía que en la Tierra quedaban pocas reinas como las que habitan los cuentos de “Había una vez”, Alicia desafió los pronósticos y se negó a abdicar. Su  arte se multiplica en numerosos proyectos, puestas  en escena, clases magistrales y a través del Ballet Nacional de Cuba, uno de los rostros de la cultura cubana.

Hace unas semanas, cuando un crítico le agradeció a Alicia Alonso su presencia en el programa de televisión La Danza Eterna,  la artista afirmó: “me verás durante 200 años”.  Él  fue halagador  con una pregunta: ¿por qué ponerle límites a ese tiempo? Entonces  Alicia, sin perder un segundo, le respondió con una sonrisa pícara: “porque  no se puede ser egoísta”.

Hoy que celebramos el cumpleaños  92 de Alicia y su carrera gloriosa,  pienso que entre mis mejores recuerdos figura aquella noche en el Gran Teatro de La Habana, cuando un frágil cisne de amor me enseñó que el mundo pertenece a los que no se cansan y que el corazón de una mujer transformada en ave puede detener el tiempo.
Foto: Alicia Alonso entrevistada por el periodista cubano Ismael Cala, en CNN.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

CONFESIONES CON EXTRAÑOS.



Es increíble la cantidad de  historia personal, encriptada,  que podemos compartir con un extraño.  Bajo el arco de un portal o encima del diente de perro, cerca de manglares  calcinados,   hubo épocas en las que  hilvané  diálogos   con personas  con las que luego  nunca mantuve vínculo alguno,  ni  tan siquiera nos dijimos  los nombres, pero con las cuales  logré una sinceridad impúdica. Hoy, en  un paseo por La Habana,   me  encontré   con uno de esos rostros  anónimos. Me  estremecí  cuando X  recordó todas los episodios íntimos  que yo  le había contado hace veinte  años   durante  la única conversación que mantuvimos  en cualquier sitio olvidado de la ciudad ¿Cómo  un extraño podía  saber anécdotas  que ni  conocen  mis amigos más cercanos?
No hay  pozo lo suficientemente profundo.
Foto: Parque Central de La Habana. Foto: Lázaro Sarrmiento
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