sábado, 30 de enero de 2010

DULCE MARIA LOYNAZ Y LA LUZ DEL HOTEL TROTCHA

Por: Lázaro Sarmiento

En Pilares de un reino, un fino estudio de Omán Avilés sobre la obra de Dulce María Loynaz, se incluye en los apéndices el testimonio de Gerardo Antonio Loynaz Rodríguez sobre una anécdota que contaba la exquisita poetisa cubana:

“…siendo niña, su madre la llevó a ver la luz eléctrica en la calle Línea. Hasta principios del siglo XX existió allí un hotel de madera nombrado Trotcha, donde se hospedaban muchos de los oficiales del Ejército Libertador, posterior a su entrada en La Habana. En ese hotel habían sido colocadas dos rústicas bombillas. Los habaneros iban al lugar con cierto recogimiento y con el interés natural de lo desconocido. Dulce María tenía aquel hecho muy vivo en su memoria. Era la primera vez que contemplaba dos bombillas encendidas mediante la electricidad”.

El hotel Trotcha estaba muy cerca de la residencia de los Loynaz en el Vedado. Ubicado exactamente en Calzada y 2, este hotel fue construido por el empresario catalán Buenaventura Trotcha a partir del Salón Trotcha inaugurado en 1886 (otras fuentes dan el año 1883). Al inmueble luego se le hicieron varias modificaciones y ampliaciones. En la actualidad solo queda un fragmento de la fachada principal. (Foto de arriba, diciembre 2009. Imagen de abajo: Proyecto de reanimación del terreno del antiguo hotel)


El estudioso Jorge Pavez Ojeda en su investigación titulada Territorios e identidades en la ciudad de La Habana, Cuba: el caso de El Vedado (1860-1940) destaca:

“El Hotel Trocha es pionero en el estilo moderno de hospedaje, y pasara a constituir todo un símbolo hotelero de La Habana de esos años, con baños privados, salones de juego, bailes y restaurante. La Historia Actualizada del Municipio Plaza de la Revolución participa en el proceso de encumbramiento de este hotel en la imagen del Vedado:

“El hotel Trotcha, relata esta historia, fue seleccionado como sede de la comisión mixta entre EE.UU y España para determinar las condiciones de la evacuación del país por parte de las tropas españolas. Fue conocido también como el 'Hotel de los los Novios’ ya que casi todas las parejas de la época pasaban allí su luna de miel. Los generales de la intervención norteamericana (1899-1902) se hospedaron en el Hotel Trotcha y con las ganancias obtenidas realizaron dos ampliaciones: en 1901 la construcción del salón 'El Edén’ y en 1904 el 'Washington.' Así se convierte el hotel en el primero de lujo con baño interior.” (Couceiro/ Perera/ Ramírez, 2000)

Según diversas fuentes, posiblemente este haya sido el primer hotel en anunciarse en los cielos de La Habana en una campaña publicitaria muy novedosa para la época. Resulta que todas las tardes, Ventura echaba a volar sobre la ciudad un globo gigantesco con el rótulo "Hotel Trotcha-Vedado". Los globos los mandaba a buscar por cientos a su natal Barcelona.

Las ruinas emblemáticas del Trotcha han alimentado muchas nostalgias y también modernos sueños. En año 2007 en Cuba se convocó un concurso para reanimar la zona que antiguamente ocupara el hotel y "del que hoy solo queda un bello frontón y que debe mantenerse en el nuevo proyecto, donde resultó ganador José Antonio Choy”. (Ver blog Arquitectura de Cuba y Worldarchitecturenews)

Pero estábamos en la primera vez que Dulce María Loynaz vio la luz eléctrica encender…

Las actrices Eslinda Nuñez y Adria Santana vestidas así se parecen a las damas que se alojaban en el Hotel Trotcha. Foto tomada del blog Con voz propia de Adrian Quintero.


miércoles, 27 de enero de 2010

MIGUEL BARNET, EL TENOR MÁS GRANDE DEL MUNDO

Por: Lázaro Sarmiento

Cuando hace diez años lo entrevisté para la revista Salsa cubana me dijo que en sus sueños mientras duerme se ha cumplido uno de sus deseos: ser el más grande tenor del universo. Explicó que él tenía muchos "dobles”, "pero el más evidente, el que más le ha acompañado a lo largo de su vida – hasta el punto de quitarle el sueño-era el personaje de su doble musical”. Entre ambos hay una relación tan pasional que el escritor de Biografía de un cimarrón confiesa que cambiaría toda su obra por ser el autor de la canción Una rosa de Francia. Hoy recuerdo aquella entrevista en vísperas del 70 cumpleaños (28 de enero) de este célebre poeta, novelista y antropólogo cubano.


“A los 17 años de edad quería ser cantante profesional, entonces no había comenzado mi idilio con la literatura. Soñaba con ser el más grande tenor del universo y me veía bajándome de una brillante limousine frente al Metropolitan Opera House. El tráfico se paralizaba, los transeúntes me ovacionaban y aparecía el alcalde de Nueva York para darme la condición de Ciudadano Ilustre de esa ciudad, para mí la cumbre del canto en esta época como lo fueron una vez París o Roma.

“En la vida real no me perdía ninguno de los conciertos del teatro Auditorium de La Habana, por cuyo escenario desfilaron excelentes cantantes. Y en 1958 me pagué con mis ahorros la grabación de un disco. Fue una sola placa con dos melodías en inglés: Some enchanted evening y Be my love. Ese disco ha sido una de las grandes alegrías de mi vida.

“Por eso digo que soy un hombre incompleto. Aunque amo mi trabajo, mis novelas, poemas y ensayos, mi verdadera vocación era ser cantante lírico. Esa ilusión no me abandona nunca. A veces tengo sueños muy raros y veo discos con mi nombre en letras doradas junto a María Callas y Renata Tebaldi. Y cuando me acerco, leo que interpreto obras de Verdi, Puccini y Leoncavallo. En ocasiones, son discos con música anónima del siglo XIV español y también con melodías latinoamericanas. Son sueños tan reiterativos que hay madrugadas en las que me levanto sudoroso, con los aplausos del público frescos en mis oídos”.

El compositor alemán Hans Werner Henze y el libretista Hans Magnus Erzensberger estrenan en Europa a principios de la década del setenta la ópera La cubana, basada en Canción de Rachel, de Miguel Barnet. Después esta novela-testimonio es llevada al cine con el título La bella del Alhambra, salpicada de ritmos vernáculos y de canciones tradicionales de la Isla. También el libro ha contado con varias versiones teatrales en Cuba, México y Estados Unidos.


“Descubrí que nunca sería cantante profesional porque, sencillamente, soy alérgico y sufro afectaciones en las cuerdas vocales con bastante frecuencia. Al ver frustrados mis sueños de ser un gran solista, me integro humildemente a los coros gigantes de la Central de Trabajadores de Cuba. En varias ocasiones canté en ese proyecto multitudinario y lo hacía con tanto orgullo, pero con tanta fuerza a la vez, que todo el mundo me miraba púes yo quería destacarme entre aquellas mil gargantas que me rodeaban.”

De su fascinación por la música han salido textos magníficos sobre Rita Montaner, Bola de Nieve, Esther Borja y Merceditas Valdés. El cantautor Pablo Milanés se inspiró en el poema de Barnet titulado Che para componer la canción Si el poeta eres tú.Y cuando Alfredo Sadel escuchó cantar a Miguel en una fiesta en Caracas preguntó admirado “¿Pero dónde está el escritor si este hombre es un gran cantante?”

“Si no hubiera escuchado todo el tiempo la música de Anckermann, Gonzalo Roig y Rodrigo Prats mientras escribía Claves por Rita Montaner no hubiera poder crear ese texto que tanto quiero.

“Si no hubiera escuchado en mi entorno la gaita desde las colinas brumosas de Galicia, no hubiera concluido Gallego.

“Si no hubiera escuchado los tambores batá sonando en mis oídos desde lo más insondable de los barracones, Biografía de un cimarrón no sería el libro que es, como tampoco lo sería Canción de Rachel sin el teclado maravilloso de las pianolas de los años veinte que me acompañaron mientras recreaba la vida de Amalia Sorg.

“Lo mismo me pasó con el jazz latino que estaba en mis venas cuando entrevistaba a Julián Mesa, en Nueva York, parra la novela La vida real.”

Miguel Barnet ha dicho muchas veces que cambiaría toda su obra por ser el autor de la canción Una rosa de Francia. Una afirmación que solo puede entenderse conociendo la existencia de su doble musical.

lunes, 25 de enero de 2010

MARTHA JEAN-CLAUDE, LA VOZ DE HAITI ENTRE LOS CUBANOS.

Recuerdo la magnífica voz y la digna presencia de Martha Jean Claude en numerosos programas de la televisión cubana. Esta cantante nació en Haití el 21 de marzo de 1919. Inició su carrera artística en la catedral de Puerto Príncipe, donde aprendió canto gregoriano y romanzas francesas. Se radicó en Cuba en 1951, primero en Camagüey, luego en Güines y finalmente en La Habana. Aquí difundió generosamente el folklore haitiano, cuya música siempre interpretó en los más diversos escenarios. Actuó en el cabaret Tropicana y con Celia Cruz grabó a dúo Choucoune (Pájaro Amarillo), un tema originario de Haití. En 1967 participó en el Festival de la Canción Protesta organizado por la Casa de las Américas, donde expresó: “Casi todos los ‘complaintes’ (‘Lamentos’) son de protesta. Yo siempre dije que mis canciones preferidas eran los ‘lamentos’, los cuales no podía cantar mucho porque me decían que no eran comerciales” En 1986 viajó a Haití con su grupo Makandal (del que formaban parte sus hijos Richard y Sandra). En esa ocasión ofreció recitales en el teatro Rex, la Universidad, el Campo de Marte y en la Plaza de la Independencia, en Puerto Príncipe. Se presentó en numerosos países en los cuales contribuyó a divulgar la larga tradición musical de Haití, donde el hombre canta sus tristezas, protestas y alegrías.

Martha Jean Claude murió en La Habana el 14 de noviembre de 2001.

Esta información aparece en el Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba, de Radamès Giro. (Letras Cubanas, La Habana, 2007)


Foto de arriba: Martha Jean Claude junto a Rosita Fornés en los años 80. Abajo: Imagen de la Catedral de Puerto Príncipe.

domingo, 24 de enero de 2010

LOS BANCOS DE HAITI.


La repercusión que ha tenido en medios de prensa la reapertura en las últimas horas de 42 agencias bancarias en la ciudad de Puerto Príncipe, me hace recordar algunos saldos dramáticos que también guardan las bóvedas de los banqueros.

Haití es uno de los países con peor distribución del ingreso en todo el mundo. El 10% más pobre sólo recibe el 0,7%, mientras que el 10% más rico se lleva el 47,7%. El 80% de la población sobrevive por debajo de la línea de pobreza, con un "ingreso" de menos de un dólar diario. El 80% de la población está desempleada. El salario promedio no supera los 50 dólares mensuales.

Con un ingreso de menos de un dólar al día ¿qué impacto directo podrá tener en la sufrida población haitiana la reapertura de los bancos?

¿Cuántos haitianos podrán retirar de los bancos los 2.500 dólares estadounidenses fijados como límite en las actuales circunstancias de catástrofe?


miércoles, 20 de enero de 2010

HAITI: CUANDO DESAPARECE LA VIDA COTIDIANA


Todas las mañanas cuando abro la ventana de la sala, observo afuera a los mismos parqueadores tratando de acomodar un montón de automóviles en el mejor lugar de la calle de La Habana donde resido. Luego voy a la cocina y preparo un café fuerte en la misma cafetera y la sirvo en las mismas tazas.


Un paisaje, una esquina, las letras de un libro, un cartel, ciertos ruidos , una voz amiga, la manera en que apreciamos un cuerpo en el ángulo de la mirada , o la multitud que integramos junto a muchas otras caras y piernas. Y al caer la tarde, las aceras por la que transitamos y de las que hasta puede ser conozcamos de memoria el orden de las puertas.

Elementos muy variados arman un mundo que nombramos “lo cotidiano.” (Del lat. quotidiānus, de quotidĭe, diariamente). Y si pinchamos con Word sobre la palabra cotidiano para buscar sinónimos aparece en primer lugar el término vida, porque cotidiano está ligado a vida. De ahí la frase “vida cotidiana”.

Pero ¿cómo nos sentiríamos si de pronto nos privaran de esa regularidad de paisajes, gestos, rutinas, afectos, miradas?

¿Cómo reaccionaríamos si no pudiéramos disfrutar nunca más de las cosas a las que estamos acostumbrados, aunque esas cosas sean bien modestas?

¿Cómo responderíamos si en unos segundos desaparecieran las personas que amamos, o aquellas a las que decimos buenos días cada mañana?

En los noticieros, entre imágenes de escombros y desolación en la ciudad de Puerto Príncipe, vi a una personita, una niña de unos cuatro o cinco años, llorando mientras se aferraba al cuerpo inerte de una mujer, presumo que era su madre. Pero cualquiera que hubiera sido el lazo que las unía, la tragedia del terremoto privaba a la niña de un afecto único, insustituible. Las piedras borraron su vida cotidiana, incluido el cariño de todos los días.

Casi me avergüenzo de mi mundo cotidiano al que puedo tocar con las manos y constatar que está ahí. Para la mayoría de los haitianos esa posibilidad ahora no existe.

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