sábado, 31 de enero de 2009

Nancy Cunard, una muerte desamparada.
Por: Lázaro Sarmiento

“En una crisis de su agonía bajó casi desnuda por el ascensor del hotel. Allí se desplomó y se cerraron para siempre sus bellos ojos celestes. Pesaba treinta y cinco kilos cuando murió. Solo era un esqueleto.”

Nancy Cunard murió en París en 1965. Es uno de los numerosos personajes que pasan por las páginas de Confieso que he vivido, de Pablo Neruda. En la época en que leí por primera vez este libro lo hice presionado por el préstamo breve de un título que entonces se pronunciaba como una contraseña. Por estos días he vuelto a las memorias del gran poeta chileno.

Nancy, hija de Lady Cunard, había sido la única heredera de la Cunard Line, el famoso imperio de trasatlánticos.

Ella escandalizó a la aristocracia británica alrededor de 1930 cuando se escapó con un negro, “musicante de unos de los primeros jazz band importados por el hotel Savoy “de Londres. Lady Cunard la desheredó al conocer el negro destino elegido por su hija.

Pablo Neruda destaca que Nancy no pudo volver a residir en Inglaterra , abrazó la causa de la raza negra perseguida, se fue a Addis Abeba durante la invasión de Etiopía y viajó a Estados Unidos para defender a unos muchachos negros de Scottsboro condenados injustamente por los tribunales norteamericanos. De ese país fue expulsada.



Existe la biografía Nancy Cunard. Rica heredera, musa, idealista política (editorial Circe), de la autora Lois Gordon .Y en internet abundan las referenciadas sobre esta mujer que se rodeó de mucha de la gente más inteligente y brillante de su tiempo. Pero su vida terminó en la miseria y en la confusión mental causada por el alcohol y las drogas.

De Confieso que he vivido siempre he recordado, y hasta fabulado, el pasaje de Nancy Cunard en su frágil desnudez de muerte en un ascensor de Paris:

“Su cuerpo se había consumido en una larga lucha contra la injusticia en el mundo. No recibió más recompensa que una vida cada vez más solitaria y una muerte desamparada”.

viernes, 30 de enero de 2009


Desnudarse frente a extraños.

La relación dura unos minutos. Por sus ojos pasan mis sonrisas dibujadas, las poses que ensayé, los abrazos con los amigos y también comidas disfrutadas. Ella no muestra pudor; actúa como testigo de los cuerpos amados y de varios intentos por atrapar la felicidad. Amor no te vayas. Su mirada esta acostumbrada al único strip-tease permitido por los moralistas. Durante una jornada atiende decenas de peticiones como la mía. Por eso acumula miles de gestos, camisas, aeropuertos, azules, labios, dientes… Hay que realizar retoques, aclarar escenas, cortar los bordes. Borra ese edificio. La vida es bella .Cuidado que se queda una mano fuera…”muchos años de paz y armonía…” (tal vez fue en inglés).La última es frente a un espejo, hotel Berkeley . Le pago su trabajo – estoy complacido- y ella dirige la atención hacia otros rostros, nuevas vidas. ¿Recordará mañana que tiré piedras en el río Bayamo? La labor continúa para la editora de fotografías.

Tomo el sobre y camino por La Habana con la ilusión de que entré en la inmortalidad por la puerta de Photo Service.
Foto: Lázaro.

miércoles, 28 de enero de 2009

El cine de peor público de La Habana.
Por: Lázaro Sarmiento

Hoy poca gente recuerda, y muchos ignoran, que en esta esquina, debajo de esos arcos, estaba el cine Bélgica de 750 butacas. Calle Monserrate no. 518. Habana Vieja.

En La Habana para un infante difunto, Cabrera Infante escribe: “El cine más al sur, el Bélgica, fue otro que nunca visité por su fama de infame, con el peor público de todos los cines nefandos de La Habana”.

Otros cines en esta categoría eran el Niza y el Montecarlo. Sobre este último: “depravaciones en la pantalla, depravados en el público”. Estos pequeños cines de un público “no decente” fueron sepultados por el tiempo.

El lunetario del Bélgica se transformó en feas viviendas improvisadas. En cambio, en la acera de enfrente, se ha salvado la preciosa fachada del cine Universal (1048 butacas) que hasta hace pocos años ofreció películas. En la actualidad el edificio del Universal sirve como local de ensayo de un pequeño grupo de teatro comunitario.

Fantasmas del antiguo cine Bélgica: no queda ninguno. Cruzaron la calle atraídos por los plátanos y las papayas del vecino Mercado de Egido, uno de los más populares de la capital.

Arriba: Fachada del antiguo cine Bélgica. A la izquierda: Antiguo cine Universal. Fotos: Lázaro.28.01.2009

martes, 27 de enero de 2009


Los secretos de Tropicana.

Por: Lázaro Sarmiento

Tropicana ha constituido uno de los símbolos luminosos del espectáculo en Cuba por cerca de 70 años. Pero la historia del llamado “paraíso bajo las estrellas” también tiene sus zonas oscuras. En Tropicana había un casino de juego que generaba enormes ganancias. El casino era uno de los brazos de la mafia norteamericana en la Isla. La Revolución erradicó el juego en 1959.

En el libro de Enrique Cirules titulado La vida secreta de Meyer Lansky en La Habana (Editorial de Ciencias Sociales, 2006), el testimoniante Armando Jaime Casielles se refiere a los negocios del cabaret con estas palabras:

“Se ha dicho en muchas ocasiones que Martin Fox era el dueño de Tropicana. Eso es algo absolutamente falso. Fox no contaba con ningún poder para arrebatarle a la Organización (la mafia) los negocios de Tropicana. Ni siquiera el general Batista podía adueñarse de Tropicana. Santos Traficante o Joe Stasi controlaban directamente los asuntos de ese cabaret. Martin Fox era una cabeza visible, como otros muchos personajes de esa época en la fabulosa Habana”.

Armando Jaime fue chofer guardaespaldas de Meyer Lansky durante 1957 y 1958. En esos años el célebre mafioso vivió en La Habana, donde manejaba varios casinos de juego.

En otro libro, Tropicana Nights. The Life and Times of the Legendary Cuban Nightclub, publicado en Estados Unidos por la periodista Rosa Lowinger , se recogen las memorias y anécdotas de Ofelia Fox, viuda del dueño de Tropicana Martin Fox.

Un capítulo de la obra especula sobre el destino de la considerable fortuna que Martin Fox "consiguió sacar de Cuba en 1959 pero que su esposa nunca vio, al morir el dueño del cabaret de un ataque al corazón poco después de dejar la Isla. Ofelia se vio sin un centavo y obligada a trabajar para salir adelante ".

domingo, 25 de enero de 2009

NOSTALGIA EN UNA CAJA DE GALLETAS.




El domingo al atardecer es un buen escenario para hurgar en las cajas de fotografías y escanear algunas imágenes de nuestras vidas, cuando el mundo (el de mi generación) era en blanco y negro. Intento armar un puzzle con estas imágenes. A la izquierda en mi época de trabajador de la OCLAE, la Organización Continental Latinoamericana de Estudiantes . En esos años el litoral de Miramar comenzaba a transformarse. Había jornadas de trabajo voluntario en el Monte Barreto, cerca de las oficinas de la organización juvenil.






A la derecha: el día que me gradué de sexto grado. Escuela Rubén Martínez Villena, en Luyanó. Estoy recibiendo el diploma de manos de la maestra Marta. Nunca más la vi. No puedo decir que me “enamoré” de Marta pero es la maestra que más recuerdo. Nos ofrecía magníficas clases y se comportaba como una compañera más en los paseos que hacíamos por algunos de los sitios de moda entonces en La Habana. El escritor Gabriel García Márquez dice que nuestro pasado personal de aleja de nosotros desde el momento en que nacemos, pero solo lo sentimos pasar cuando se acaba un disco. Yo lo he sentido pasar hoy, al desconectar el escáner .





La imagen familiar no puede faltar en una vieja caja de fotos que se respete. Aquí con mis padres en Madruga , donde viví hasta los cinco años. Madruga es un pueblo de La Habana atravesado por la Carretera Central, venido a menos, como muchas otras localidades, después de la construcción de la Autopista Nacional.




La foto que abre este post es en un estudio de la COCO con la locutora Teresa Gómez y Diego Ubieta, el editor que yo siempre quería por su pericia para el programa Fuera de Serie (Objeto Volante No Identificado sobre las antenas de la COCO). Abajo , en la OCLAE, junto al periodista Carlos Font. El del extremo es Octavio Rodríguez, el hoy humorista Churrisco, que entonces era mi jefe de Departamento. Lo conocí durante el Servicio Militar Obligatorio donde estuvimos ubicados en la misma unidad.

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