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domingo, 20 de noviembre de 2011

EL MAPA DE UN AMOR PROFUNDO Y QUIETO.


Noviembre, 2011.“La NASA ha logrado realizar el mapa topográfico de la Luna más preciso que se haya desarrollado jamás. La nave Lunar Orbiter Reconnaissance ha sido la encargada de detallar, con una precisión de 100 metros por píxel, la superficie del satélite natural de la Tierra.

Este nuevo mapa topográfico supone un gran avance para el desarrollo de futuras misiones espaciales en la Luna, tanto robóticas como humanas. Conocer más sobre este satélite sigue siendo un sueño para la NASA desde que Neil Armstrong pisara su superficie en el año 1969."
EL POETA Y LA LUNA.

En 1969, el poeta mexicano Jaime Sabines escribió un texto sobre la expedición a la Luna encabezada por el astronauta Neil Armstrong.Fue un viaje magnífico y aterrador, dijo Sabines.

“¿Cuántas cosas averiguaremos de la luna? Su estupenda, desolada soledad infinita, su enrarecimiento, ¡su vacío?, su superficie igual que el espacio que la rodea: caminos empedrados hacia las estrellas.

Sabremos muchas cosas de la luna, composición química, distancias, logos y grafías. Y sin embargo… ¿le quitarán la miel? ,¿perderá su ternura?

"Quiero pensar que no ha pasado nada. La luna no es eso. La luna es la distancia de aquí a la luna. Es la luz de la luna mansa e infinita. Es también su sombra, la certeza de que está allí esperando.Mientras no nos la quiten, mientras no la hagan girar en órbita alrededor de otro planeta, la luna será nuestra como siempre hemos pensado: un hermoso sueño, una distante luz que nos penetra, un suave amor profundo y quieto en nuestro corazón. La luna será siempre el resplandor que sale de nosotros en la noche y en la soledad ."




sábado, 7 de noviembre de 2009

KING Y LAS LUCES DEL PRADO.

Por: Lázaro Sarmiento


King se recostaba todas las noches a la farola de la esquina de Prado y San José, a unos pasos de la marquesina del cine Payret. Y lo hacia con la naturalidad de un bajorrelieve viviente del Paseo del Prado de La Habana. King había sido ayudante en el estudio fotográfico Narcy, en la época de los reportajes de farándula en la revista Bohemia y los anuncios de cerveza con lindas modelos en las vallas de las carreteras.

Narcy, “fotógrafos de los artistas”, siempre estuvo después de Armand, “el fotógrafo de las estrellas”. Ese mundo era historia muy antigua, cuando un amigo cazador de anécdotas y productor de discos hizo que me fijara en aquel señor mayor, pulcro, perfumado y bien vestido, conversador y memorioso, que cada noche se “encadenaba” a la luminaria de la entonces concurrida esquina del Payret . Lo rodeaban amigos ocasionales y principiantes que aprendían “de la vida” con la experiencia de la gente de más edad.

Casi todas las vedettes de los tiempos de King en la fotografía estaban retiradas en Cuba o el extranjero y algunas vivían en asilos. Sin embargo, King continuaba trabajando la imagen. Ahora sus ojos seguían a jóvenes de la ciudad y el campo, que alardeando de sus hormonas, músculos, gestos y camisas semiabiertas, desfilaban delante de sus espejuelos de aumento: desde el portal de La Sortija hasta el Parque Central, y luego el mismo trayecto a la inversa. King era feliz en aquel pedazo de acera, de donde solo se apartaba para ir al Teatro Musical o a las funciones de ópera y ballet de la sala García Lorca. Pero un día no se le vio junto a su farola. Había enfermado.

Fui con el productor de discos al apartamento de King en la calle San Miguel para conocer su estado de salud. Allí se había construido una especie de jaula dentro de la propia casa. En la puerta de su habitación que daba a la sala relucía un enorme candado. Años atrás trajo a vivir con él a una muchacha necesitada de vivienda. Luego la muchacha se enamoró, se casó, tuvo hijos que ahora corrían por la edad de la peseta, y King se convirtió en una persona ajena en el seno de la familia que una vez quiso inventarse. Ellos hablaban de temas que a él no le interesaban, veían en televisión programas que a él no le gustaban, y lo observaban de una manera que a él le dolía. Por último, ellos obtuvieron de las leyes derechos eternos de ocupación del inmueble.

King no podía recibir las visitas que hubiera querido, ni brindarles té, ni tampoco enseñarles las fotos de artistas que había sacado del estudio Narcy antes de la intervención. Y mucho menos soñar con abanicar en su cama a alguno de los paseantes del Prado durante una noche de calor, aunque el deseo podía costarle la vida como les había ocurrido a otros homosexuales en la ciudad.

De pronto sintió la necesidad de que lo cuidaran. Pensó que lo mejor sería irse a Camagüey a vivir con su única hermana, Carmelina, la cual residía sola en un impresionante palacete colonial. Se despidió de su farola la noche en que estrenaron en el Payret Fresa y chocolate.

Años después me encontré a King ya muy apagado y encogido en la calle República de la ciudad de Camagüey durante un evento de la radio. Y aunque los cuerpos que sus ojos desnudaban los hay en todas la ciudades del mundo, lo primero que me preguntó fue por su esquina de Prado y San José en La Habana.

Me asusta la fragilidad de los paisajes.

Abajo: Acera de La Sortija, en Monte y Prado. Imágenes actuales del Paseo del Prado de La Habana. Arriba izquierda: Obra de Michael Kirkham.






martes, 13 de octubre de 2009

LA HABANA, IMÁGENES ANTES DE LA NOCHE.

Por: Lázaro Sarmiento



Me gustan las ciudades cuando comienzan a encenderse las luces amarillas, antes de ser envueltas por la noche, y la gente regresa de sus quehaceres, algunos monótonos, otros teatraleso heroicos. Hay una atmósfera que se diluye en las aceras y paredes. Los que a esta hora vuelven a sus barrios van imaginando planes para la noche profunda. Y aunque La Habana carezca de lumínicos con titulares destellantes , uno siente que en cualquier momento un golpe de luz puede transformar sus edificios (los renovados y los carcomidos) las miradas eróticas, los transeúntes, los vehículos, las habitaciones ocultas....

Y como en un verso de Nancy Morejón, “ahora mi corazón se hospeda en la ciudad y su aventura”.








Fotos: Lázaro Sarmiento.
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