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miércoles, 27 de enero de 2010

MIGUEL BARNET, EL TENOR MÁS GRANDE DEL MUNDO

Por: Lázaro Sarmiento

Cuando hace diez años lo entrevisté para la revista Salsa cubana me dijo que en sus sueños mientras duerme se ha cumplido uno de sus deseos: ser el más grande tenor del universo. Explicó que él tenía muchos "dobles”, "pero el más evidente, el que más le ha acompañado a lo largo de su vida – hasta el punto de quitarle el sueño-era el personaje de su doble musical”. Entre ambos hay una relación tan pasional que el escritor de Biografía de un cimarrón confiesa que cambiaría toda su obra por ser el autor de la canción Una rosa de Francia. Hoy recuerdo aquella entrevista en vísperas del 70 cumpleaños (28 de enero) de este célebre poeta, novelista y antropólogo cubano.


“A los 17 años de edad quería ser cantante profesional, entonces no había comenzado mi idilio con la literatura. Soñaba con ser el más grande tenor del universo y me veía bajándome de una brillante limousine frente al Metropolitan Opera House. El tráfico se paralizaba, los transeúntes me ovacionaban y aparecía el alcalde de Nueva York para darme la condición de Ciudadano Ilustre de esa ciudad, para mí la cumbre del canto en esta época como lo fueron una vez París o Roma.

“En la vida real no me perdía ninguno de los conciertos del teatro Auditorium de La Habana, por cuyo escenario desfilaron excelentes cantantes. Y en 1958 me pagué con mis ahorros la grabación de un disco. Fue una sola placa con dos melodías en inglés: Some enchanted evening y Be my love. Ese disco ha sido una de las grandes alegrías de mi vida.

“Por eso digo que soy un hombre incompleto. Aunque amo mi trabajo, mis novelas, poemas y ensayos, mi verdadera vocación era ser cantante lírico. Esa ilusión no me abandona nunca. A veces tengo sueños muy raros y veo discos con mi nombre en letras doradas junto a María Callas y Renata Tebaldi. Y cuando me acerco, leo que interpreto obras de Verdi, Puccini y Leoncavallo. En ocasiones, son discos con música anónima del siglo XIV español y también con melodías latinoamericanas. Son sueños tan reiterativos que hay madrugadas en las que me levanto sudoroso, con los aplausos del público frescos en mis oídos”.

El compositor alemán Hans Werner Henze y el libretista Hans Magnus Erzensberger estrenan en Europa a principios de la década del setenta la ópera La cubana, basada en Canción de Rachel, de Miguel Barnet. Después esta novela-testimonio es llevada al cine con el título La bella del Alhambra, salpicada de ritmos vernáculos y de canciones tradicionales de la Isla. También el libro ha contado con varias versiones teatrales en Cuba, México y Estados Unidos.


“Descubrí que nunca sería cantante profesional porque, sencillamente, soy alérgico y sufro afectaciones en las cuerdas vocales con bastante frecuencia. Al ver frustrados mis sueños de ser un gran solista, me integro humildemente a los coros gigantes de la Central de Trabajadores de Cuba. En varias ocasiones canté en ese proyecto multitudinario y lo hacía con tanto orgullo, pero con tanta fuerza a la vez, que todo el mundo me miraba púes yo quería destacarme entre aquellas mil gargantas que me rodeaban.”

De su fascinación por la música han salido textos magníficos sobre Rita Montaner, Bola de Nieve, Esther Borja y Merceditas Valdés. El cantautor Pablo Milanés se inspiró en el poema de Barnet titulado Che para componer la canción Si el poeta eres tú.Y cuando Alfredo Sadel escuchó cantar a Miguel en una fiesta en Caracas preguntó admirado “¿Pero dónde está el escritor si este hombre es un gran cantante?”

“Si no hubiera escuchado todo el tiempo la música de Anckermann, Gonzalo Roig y Rodrigo Prats mientras escribía Claves por Rita Montaner no hubiera poder crear ese texto que tanto quiero.

“Si no hubiera escuchado en mi entorno la gaita desde las colinas brumosas de Galicia, no hubiera concluido Gallego.

“Si no hubiera escuchado los tambores batá sonando en mis oídos desde lo más insondable de los barracones, Biografía de un cimarrón no sería el libro que es, como tampoco lo sería Canción de Rachel sin el teclado maravilloso de las pianolas de los años veinte que me acompañaron mientras recreaba la vida de Amalia Sorg.

“Lo mismo me pasó con el jazz latino que estaba en mis venas cuando entrevistaba a Julián Mesa, en Nueva York, parra la novela La vida real.”

Miguel Barnet ha dicho muchas veces que cambiaría toda su obra por ser el autor de la canción Una rosa de Francia. Una afirmación que solo puede entenderse conociendo la existencia de su doble musical.

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