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lunes, 2 de agosto de 2010

OSCURO

Por: Lázaro Sarmiento

Pensé en los amores deseados (no imposibles) y en algunos libros perdidos, mientras una voz desde la estación de radio emitía consejos para parejas en activo. Es sorprendente la lista de imágenes que nos envuelven en la cama de madrugada en medio de un agujero de insomnio. Recordé primero El reposo del guerrero (Christiane Rochefort), que leí mucho antes de las primeras relaciones sexuales. Este libro lo extravié en alguna parte, al igual que Vuelo nocturno, de Saint-Exupéry que prefiero por encima de El Principito y sus recetas universales. Y estaba centrado en un rostro en otra dimensión del tiempo, imaginado más que recordado (igual que yo, tendría hoy otra cara frente a la fosforera encendida) cuando la locutora dijo “usted aprenderá a aceptar los cambios físicos si se concentra en lo que puede darle a su pareja, en lugar de pensar en lo que no puede ofrecerle”. Me levanté a orinar y cuando ya estaba en el baño, ella seguía su terapia radiofónica a las 3 y 15 A.M (el digital de la habitación):

“De más valor a las sensaciones y no tenga miedo a hacer experimentos. Al descubrir más maneras de jugar con el cuerpo, usted conseguirá que las relaciones íntimas sigan siendo frescas y emocionantes”.

Luego presentaron una grabación de Enya.

Esta mañana había olvidado el inventario de imágenes y los juegos de unas horas antes. La radio continuaba prendida y la misma locutora mencionaba ahora una enorme mancha negra en el mar.

¿Con quién habré dormido en una playa de oscuras arenas?


Oscuro 4, obra de Rocio García (Cuba)

lunes, 14 de septiembre de 2009

HOTELES PARA AMANTES AL ATARDECER.


Por: Lázaro Sarmiento

Me atraen los pequeños hoteles de ciudad, discretos en el paisaje urbano. A veces lo único que los distingue entre las hileras de fachadas y edificios es ese cartel universal de cinco letras detrás del cual se esconden historias apasionantes o anodinas, intrigas y cariños, o la nada: HOTEL.

La primera vez que dormí en La Habana fue en una casa de huéspedes, Belinda, en la calle Neptuno, donde mi padre vivió un tiempo mientras buscaba una vivienda para mi madre y para mí que entonces tenía seis años de edad. Belinda era una casa de huéspedes lo suficientemente grande como para parecerse a un hotel chiquito.

Pero esos hoteles sencillos han ido desapareciendode La Habana con los años y los que existen en la actualidad están vinculados directamente al quehacer de organizaciones sociales o instituciones estatales.

Hoy me alegró descubrir un cartel de hotel que no había percibido en la calle Bernaza, frente al parque Albear, al inicio del bulevard de Obispo. El hotel se llama Ligerito y el nombre sugiere que presta servicios a la Industria Ligera.

Los amantes furtivos, los viajeros de paso, las parejas hambrientas de sexo, la gente misteriosa y los solitarios deben estar añorando los hoteles modestos de ciudad.



viernes, 15 de mayo de 2009

HACER EL AMOR EN MEDIO DE LA CIUDAD


Por: Lázaro Sarmiento

Al igual que los elefantes se esconden en la espesura de la selva para hacer el amor, muchas “parejas raras” de la década de los años 80 buscaban esa privacidad en la profundidad de hoteles venidos a menos. Uno de esos hoteles alejados de su esplendor original era el Regis, ubicado en el Paseo del Prado de La Habana.

Hace unos veinticinco años, un amigo que conozco bastante bien, a las cinco de la tarde, de ciertos días de cada mes, integraba una fila india frente al mostrador de reservaciones del Regis.

Las parejas de mujer y hombre siempre conseguían alojamiento. Para “las demás personas” casi nunca había habitaciones disponibles.

Los “dúos” de sospechosa identidad homosexual eran rechazados por el carpetero de turno en el Regis que oficiaba como un verdadero “dios de las camas". Con mirada de águila maliciosa, este empleado examinaba de arriba a abajo los gestos, las voces y las ropas de quienes se esforzaban por conseguir una habitación mal iluminada, con el colchón destripado , por lo general sin agua en el grifo y con las ventanas rotas.

No era confort lo que atraía a las parejas al Regis. Buscaban en medio de la ciudad un lugar para hacer el amor y poco les importaban las comodidades. La mejor prueba de su felicidad estaba en los nombres y los corazones atravesados por flechas que quedaban rayados en el yeso de las paredes luego de una noche que podía ser tan larga como una sesión de sexo tántrico.

Para lograr “un cuarto de hotel” fingían lo que no eran, actuaban de forma camaleónica , colocaban la voz de una manera poco natural, intentaban sobornar al portero o inventaban historias rocambolescas. Ponían a mover las células del cerebro, que por algo es el órgano sexual más importante, y acudían a la astucia que ha dado tantos buenos ejemplos desde los días del caballo de Troya .

Mi amigo tenía suerte. Él y su compañero no encajaban en el molde tradicional de lo que se supone sea una pareja homosexual. En una ocasión la gerencia les advirtió que no podían alojarse en el hotel para hacer ningún tipo de negocios. Los habían confundido con negociantes de poca monta del Paseo del Prado.

Mucha gente trabaja ahora en Cuba para cambiar mentalidades como la de aquel carpetero caza-portañuelas que privó a numerosas parejas de irrecuperables noches de amor. En el empeño se unen instituciones oficiales, organizaciones sociales, campañas en los medios de difusión masiva, debates públicos, espectáculos en teatros y voces de prestigiosas personalidades que defienden el respeto a la diversidad sexual.

Los corazones de mi amigo y su pareja deben estar todavía dibujados en la pared de alguna habitación del Regis.



Imagen: Hotel Regis. Prado y Colón, La Habana. Foto: Lázaro Sarmiento. 15.05.09

sábado, 14 de marzo de 2009

Parejas.
Por: Lázaro Sarmiento

Lo que une a dos personas en esa intimidad blindada que llamamos pareja y que a veces nos parece natural y perfecta y otras extraña (puede llegar a lo diabólico), constituye para mí uno de los grandes misterios. Nunca he tratado de comprender esa química. Tal vez por comodidad, pereza o respeto.

Parejas:

“Para vivir en pareja, importa mucho más saber dormir juntos que saber acostarse juntos”. Michael Tournier.

Parejas:

“Sólo porque nos parecemos tanto reaccionamos tan violentamente a las diferencias entre nosotros, o lo que a él le parecen diferencias…Si dos personas son tan poco parecidas, como tú y yo, se alegran cuando descubren puntos de acuerdo. Pero si son tan parecidas como yo y Nietzsche sufren a causa de sus diferencias”. Lou-Andreas Salomé

Imagen en blancoy negro: Boy meets girl, 1940. Nueva York. Weegee Getty Images


“Tras varios años de unión alcanzaron una plenitud mutua: la aceptación de sus propias vergüenzas ocultas, Dejaron de esconderse y reprimirse. La vergüenza de cada uno encontró entre ellos una finalidad e incluso fue amada. La vergüenza del deseo de ser orinado, la de estar demasiado gordo o demasiado flaco, la de anhelar ser su esclavo o la de convertirse en su prisionero, tuvieron a partir de ese instante un sabio desfogue.”
Antón Arrufat en Ejercicios para hacer de la esterilidad virtud. (Ediciones Unión, 2007)


Arriba, derecha: Fotograma de El imperio de los sentidos. Esta película se basa en un suceso real que ocurrió en Japón. “Seis días en la cama. Ella: Sada Abe, ex-prostituta, ninfómana, desequilibrada e hipersensible. Él: Kichizo Ishida, sumiso nihilista y subyugado a los encantos de Sada. Ambos protagonizaron en la primavera de 1936 un maratón orgásmico y pasional que desembocó en la asfixia erótica y consentida de Kichizo y con sus genitales cercenados en el bolso de su amante. La historia trascendió con míticos matices…”
ecoestadistica.com